jueves, 22 de diciembre de 2011

Hace unos días las lágrimas de una señora me recordaron aquel día. Ese día. El día en que te fuiste. 
Confieso que hace mucho no te dedicaba mis lágrimas, no es porque no te recuerde, ni mucho menos, pero, hace mucho no pienso con detenimiento que realmente no estás acá, y tampoco vas a estarlo en un futuro. 
Cuanto te extraño, a vos, al gran hombre que eras, a tus ojos inmensamente celestes, casi transparentes, a la sonrisa que se te dibujaba en la cara cuando veías a tu familia reunida, a tu mirada compinche, a tu poesía. 
Me es inevitable ir al lugar en el que vivías y verte enojado, golpeando al televisor que andaba mal, o sentado en tu silla, mirando las novelas de la tarde, o en la cabecera de la mesa, haciéndome muecas; esas que hacías cuando yo renegaba a la hora de la comida.
¿Cómo no recordarte emocionada? Si parece que fuera ayer cuando al entrar a tu casa me esperabas en tu silla, con una sonrisa y los brazos abiertos. 
A veces tengo miedo de olvidar cómo era tu voz. 
Se acercan las fiestas.
Otra navidad sin tu sonrisa, sin tu mirada compinche, sin tu poesía. Otra navidad sin vos, abuelo. Otra navidad en la que la familia va a brindar mirando al cielo, y te va a dedicar un suspiro y una lágrima.


                      

1 comentario:

  1. Va a estar siempre con vos, aunque sea en la esencia, pero supongo que ya lo sabes. Son hermosas las palabras con las que lo recordas, te entiendo y me emociona. Te amo, y amo estos sentimientos tuyos aunque sean porque extrañas a una persona. Me podes contar cualquier cosa. Y seguro que, aunque suene tonto o no, él va a estar con todos ustedes estas fiestas.

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